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Argentina: crónica de una muerte anunciada (página 2)




Enviado por pilipe



Partes: 1, 2

Es decir, se postula que la economía está
en un proceso de desarrollo sólo si las cuasi rentas
tecnológicas predominan sobre los demás tipos de
cuasi rentas, y ello sólo sucede cuando no se permite a
los capitalistas obtener cuasi rentas de privilegio. Se argumenta
que en las distintas etapas de la historia económica
argentinas, ni el sistema
institucional ni las agencias habrían orientado a las
élite económicas hacia la búsqueda de cuasi
rentas tecnológicas sino que por el contrario les
habrían facilitado la obtención de cuasi rentas de
privilegio; característico funcionamiento tanto de la
etapa agro-exportadora como en la de sustitución de
importaciones; en
el período post-1976 hablamos de neoconservadurismo y una
nueva burbuja liderada por el endeudamiento; finalmente, en el
tramo de 1991-1995 estamos haciendo referencia a la burbuja
liderada por la combinación de endeudamiento externo,
privatizaciones y algunas desregulaciones. El documento refiere
que la recuperación sobre el final de los años
96-97 no conducirá –como efectivamente luego se
comprueba- a un crecimiento sostenido, debido a la estructura y
el comportamiento económico generado por el "shock
institucional" neoconservador de los noventa y la burbuja
1991-1995.

En resumen parece ser que la economía ha entrado
en otro movimiento del
tipo burbuja, o bien no salido de su tendencia al estancamiento
secular. También se sostiene que las políticas
neoconservadoras aplicadas desde 1976, reforzaron el
comportamiento de la élite económica porque
debilitaron a muchas de las instituciones
y organizaciones
que tendían a limitar tanto su influencia como sus
posibilidades de obtención de cuasi rentas de privilegio,
y crearon reglas de juego que la
favorecieron. El "shock institucional" inspirado en el Washington
Consesus (WC) ignoró que el desarrollo "surge desde el
centro de la sociedad" al que
no se accede de la noche a la mañana, se trata de un
proceso complejo.

En la Argentina no se había dado ese desarrollo
que surge desde el centro de la sociedad. Por el
contrario, los conglomerados económicos locales y las
empresas
trasnacionales más poderosos, que pasaron a controlar la
mayor parte de los activos
privatizados, obtienen fundamentalmente cuasi rentas de
privilegio, en consecuencia el shock institucional del WC
se aplica sobre una economía totalmente distinta de la que
supone la economía neoclásica. Ahora veamos con un
poco más de detalle este fenómeno de
¿Desarrollo o Burbuja?.

Piedra, papel o
tijera… papel.

El desarrollo es impulsado por las innovaciones y las
inversiones
asociadas a éstas. El desarrollo entonces depende del
papel desempeñado por la elite económica –
como decisivo y principal actor – en el proceso que lleva a
él, orientado por el contexto institucional y social. Este
papel es el de obtener cuasi rentas tecnológicas,
asociadas al desarrollo, y que tienden a reproducir un proceso de
crecimiento endógenamente impulsado.

Evidentemente esta es una "opción dura" para la
elite económica en términos de tecnología, riesgo, inversión y cambio social.

La economía argentina, al igual que las restantes
latinoamericanas, no parece haber transitado un sendero de
desarrollo en el sentido que venimos manejando, sino un sendero
adaptativo, de imitación tardía.

Fueron las políticas gubernamentales quienes
fueron abriendo el camino para una fácil adaptación
por parte de las elites económicas – que a su vez
forzaron la adaptación de las instituciones – a los
estímulos exógenos y oportunidades externas,
obteniendo cuasi rentas de privilegio.

Esta es la "opción blanda" para la elite
económica en los términos mencionados.

Este carácter
adaptativo, imitativo tardío o "tradicional" de la
economía argentina lo acreditamos a la ausencia de la
búsqueda de cuasi rentas tecnológicas por parte de
las elites económicas. Las políticas e
instituciones promotoras de la ciencia, la
innovación, la industrialización y
la inversión necesarias – aunque no suficientes
– para un adecuado proceso de desarrollo no ocuparon el
lugar que deberían en la agenda de gobierno, ni en
las elites económicas, ni tampoco en el conjunto de la
sociedad, y los esfuerzos en ciencia y
tecnología (C y T) no se vincularon adecuadamente a
los patrones de producción, inversión y comercio
exterior. La ineficacia de las instituciones y la debilidad
de los "checks and balances" sociales y políticos, no
influyeron ni limitaron este comportamiento de las elites
económicas.

La historia vuelve a
repetirse

Las "opciones blandas" tomadas por la elite
económica no fueron más que una constante a lo
largo de los diferentes periodos económicos vividos en la
argentina.

La primera fue el ciclo de expansión – o
burbuja – 1880-1914 liderada por la exportación primaria y la expansión
de la frontera agropecuaria. En este periodo se consolido un
sistema
institucional y un tipo de comportamiento de la elite
económica caracterizado por la gran capacidad de
adaptación para el aprovechamiento de oportunidades de
cuasi rentas de privilegio, de fortísima influencia sobre
las instituciones y las políticas publicas, y parece
mantenerse hasta los periodos mas recientes.

Esta capacidad es la contracara de un bajo perfil en
materia de
inversión, innovación tecnológica, eficiencia
productiva y especialización.

La segunda "opción blanda" podemos verla a
través del estilo de industrialización argentino.
La ISI, liderada por las ETs, enmarcado en una política
proteccionista muy asimétrica y sin acompañamiento
de políticas de desarrollo y de aprovechamiento industrial
de las ventajas comparativas, no hizo mas que acentuar las
características adaptativas y de
imitación tardía, creando nuevas restricciones al
desarrollo.

La ISI entonces llevo a la segunda "gran burbuja". Llevo
a una estructura
heterogénea de productividades (EHP) o Enfermedad
Holandesa Evolutiva5 (EHE).

"Efecto Pasa de
Uva"

A pesar de las limitaciones de la ISI, durante su ultimo
periodo (1964-1974) hubo un proceso de industrialización
muy dinámico, debido fundamentalmente a los procesos de
aprendizaje, a
la corrección parcial del sendero proteccionista, al
"empate" socio-político que ponía limites a la
elite económica y al crecimiento de la industria y el
comercio
mundiales (Nochteff 1994). Este empate se rompió tras la
crisis político-económica de 1975 y el posterior
golpe militar de 1976. A partir de aquí la elite
económica recupero terreno que nunca mas habría de
perder, sino por el contrario incrementar.

Para el análisis que llevaremos a cabo
seguidamente distinguiremos tres etapas de un mismo
fenómeno (la "gran burbuja").

Durante la primera, comprendida entre 1976 y 1983
– el periodo de la dictadura militar
–, la élite aprovechó la oportunidad dada por
el aumento de la liquidez y la baja de las tasas en el
mundo.

En una segunda fase, luego de la crisis de la deuda externa,
los conglomerados se fueron afianzando y crecieron a lo largo de
la década del 80 acumulando capital y el
poder
económico y político que luego le permitiría
aprovechar la burbuja liderada por el endeudamiento externo y las
privatizaciones en los noventa.

En una última etapa posterior a 1991, se retorna
a la burbuja iniciada hacia 1976/1977, en donde las
políticas neoconservadoras – ahora respaldada en el
WC – combinaron endeudamiento externo con privatizaciones,
desregulación y liberalización comercial
contribuyendo a la obtención de cuasi rentas no
tecnológicas y por ende al afianzamiento total de la elite
económica. Cierto es que tras un breve análisis del
período post-1976, se puede concluir que la
situación socio-económica en la Argentina estaba
bastante deteriorada, registrándose un fenómeno
de involución,
en términos
macroeconómicos.

Durante el período 1991-1996 entonces, se produjo
un ingreso masivo de capitales, impulsado por la
combinación de altas tasas de
interés en pesos, tipo de cambio
fijo, liberalización financiera y sobre todo
recuperación de la demanda de
dinero. El
destino principal de estos capitales fue financiar las
adquisiciones de empresas públicas y para financiar un
"boom" del consumo,
especialmente suntuario. No obstante, serían insuficientes
para un proceso de crecimiento sostenido, esto tanto en
términos de economías en proceso de desarrollo como
en términos de la modernización del equipo de
capital necesario para la Argentina, dado la antigüedad de
su stock de capital.

La inflación jugara un papel a favor de la
apreciación de la moneda, que, combinada con una brusca y
turbulenta liberalización comercial erosionaron la
competitividad. En cuanto a la inversión
domestica como extranjera (IED) se orientaron a compras y
reestructuraciones de empresas; en menor medida a la construcción de plantas
nuevas.

Asimismo se registró un proceso de
desregulación en un contexto institucional y organizativo
muy débil que beneficio principalmente a los conglomerados
interrelacionados. Este contexto no solo no condujo a una mayor
competencia, sino
que trabo los mecanismos del mercado. A pesar
de este modelo
liberalizador siguió siendo una economía cerrada.
En este marco de economía cerrada y oligopolizada, la
elite económica aumentó y consolidó su
capacidad de obtención de cuasi rentas de
privilegio.

Las actividades más rentables no producen
bienes de
servicios
comerciables internacionalmente – ello explica en parte la
persistencia de la economía cerrada – tendiendo en
definitiva a un estancamiento.

Existe una burbuja iniciada en 1991 que sufre un proceso
de implosión en un marco de fragilidad externa. Las
inversiones
fueron inadecuadas para reactivar el aparato productivo y mejorar
la competitividad; más que un proceso de
desarrollo se manifiesta como una burbuja en medio de un
estancamiento.

Una burbuja en un sistema de tipo de cambo fijo y con
convertibilidad que se asemeja al patrón oro, no explota
sino implota, teniendo como indicador más confiable de
esta implosión, la tasa de desempleo.
Llamamos a este fenómeno, "efecto pasa de uva"
(Rímoli-Da Rocha, 2000).

Durante este efecto la inversión y en conjunto el
comportamiento y la estructura de la economía no fueron
aptas para la creación de empleos. Todo lo expuesto
confirma que las políticas económicas inspiradas en
el WC y el comportamiento de la élite económica
condujeron a una "burbuja" y no a un proceso de desarrollo. En
virtud de la baja competitividad y la economía cerrada las
exportaciones
tienden a seguir un comportamiento anticíclico. En
conjunto un breve análisis del sector externo muestra una
fuerte regresión tecnológica e industrial, y dada
la orientación de la élite económica hacia
la obtención de cuasi rentas de privilegio, crea nuevas
restricciones al desarrollo.

Vendido al
señor…

Las privatizaciones utilizada principalmente como parte
de la política macroeconómica de corto
plazo -especialmente para compensar los desequilibrios fiscal y de
cuenta corriente- y para crear condiciones que permitieran
mantener el tipo de cambio
fijo, sacrificando los objetivos de
largo plazo.

La debilidad regulatoria fue un factor decisivo para la
consolidación de posiciones desde las cuales se pueden
obtener cuasi rentas de privilegio. Esta concentración de
poder
económico que se fue gestando por parte de los
conglomerados y la consolidación de reservas de mercado con cuasi
rentas de privilegio es un obstáculo a la emergencia de
una nueva y más competitiva clase de
empresario.

En síntesis,
el proceso de privatización y desregulación
adoptado por la Argentina se diferencia de las privatizaciones
exitosas, y en cambio muestra rasgos muchas veces similares a las
de las más negativas de Europa del Este,
que llevaron a mayores imperfecciones de mercado, a mayores
divergencias entre beneficios y a iguales o mayores distorsiones
domésticas, y reforzaron la tendencia hacia una
economía semi-cerrada, oligopolizada y centrada en cuasi
rentas de privilegio.

Cambiar o
cambiar…esa es la cuestión.

El modelo
impuesto por
la Argentina en la década de los noventa estuvo
caracterizado por reformas estructurales y políticas
económicas que modificaron el comportamiento de la
élite económica, impulsando la "burbuja" hacia el
estancamiento, con rasgos marcados por el endeudamiento, las
privatizaciones, la desregulación y la
liberalización comercial. La otra cara de la moneda, es el
impacto social, dado por la pérdida de poder en la
interacción con la élite económica por parte
de las instituciones y demás actores sociales,
condición necesaria para el desarrollo (Nochteff,
1994).

Cierto es que para la región y en particular para
la Argentina, la políticas neoconservadoras no han logrado
reactivar el aparato productivo ni han incentivado un proceso de
desarrollo que apunte a una mayor igualdad
social en tiempos violentos -caracterizados por la
marginación y la exclusión social-, ni a disminuir
la brecha existente en términos de distribución del ingreso.

El futuro de la Argentina, depende en buena medida de
nuevas reformas estructurales e institucionales, con una clara
apuesta al crecimiento sostenido con desarrollo, es decir, dentro
de un marco de políticas sociales y reformas del aparato
estatal; la base donde se debe empezar a consolidar el cambio, es
en políticas de empleo y de
distribución del ingreso, en un marco de
negociación colectiva entre los distintos
actores económicos, políticos y sociales. Respecto
a la política exterior que debería encarar la
Argentina en la próxima década es la
regionalización, con un claro énfasis en la
apertura comercial pero con liberalización discriminada,
donde el papel del Estado es
fundamental, en su rol de negociador (Rímoli-Da Rocha,
2000).

Bibliografía

Nochteff, Hugo (1998) selección publicada por la Revista de
la CEPAL del trabajo "La experiencia argentina
¿desarrollo o sucesión de burbujas?", Buenos
Aires.

Rímoli, P. y Da Rocha, P. (2000) selección escrita en una servilleta de
papel en Nat Capiloncho del trabajo "Reflexiones",
Montevideo.

Estudio sobre la Argentina en la década de los
90 a cargo de:

Philippe Rímoli –estudiante de 3º
año de Economía, de la Facultad de Ciencias
Económicas y de Administración, de la Universidad
de la Republica, Montevideo Uruguay.

Pablo Da Rocha -estudiante de 3º año de
Economía, de la Facultad de Ciencias
Económicas y de Administración, de la Universidad
de la Republica, Montevideo Uruguay.

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Philippe Rímoli

Pablo Da Rocha

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